Despenalización del aborto como reivindicación de la mujer

Ante la presencia de un embarazo no deseado, ni intencionado, existen múltiples causas por las cuales se contempla el aborto como una opción para las mujeres, entre ellas: por violación y/o incesto, por carecer de recursos económicos, por evitar ser víctimas de discriminación o estigmatización, por falta de apoyo familiar y social, por presentar alguna discapacidad, por presentar alguna malformación fetal o en definitiva, por no querer, ni estar obligada a ser madre en ese momento.

Despenalizar el aborto, trae consigo la posibilidad de reconocer y respetar la autonomía que cada mujer tiene para decidir sobre su cuerpo y su sexualidad, forma parte de los derechos sexuales y reproductivos que, siendo reconocido legalmente en los países como un derecho humano, salvaría la vida de muchas mujeres obligadas a practicarse abortos clandestinos e inseguros

En este sentido, en el año 2013 la Organización Mundial de la Salud (OMS), en relación al aborto, definió que los procedimientos recomendados para la realización de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) de manera segura, son de baja complejidad.

Beneficios:

La despenalización del aborto, además de lo anteriormente mencionado, permitiría, entre otras cosas:

1. Eliminar la practica procedimientos inseguros y clandestinos.
2. Disminuir el índice de mortalidad materna por la práctica de abortos inseguros.
3. Desterrar de las mujeres la culpa y estigmatización social.
4. Incrementar la posibilidad de acompañamiento a las mujeres con procedimientos seguros.
5. Generar políticas públicas en los centros de salud, comunidades y demás espacios de acción social, para el acompañamiento a la mujer.
6. Reducir el número de abortos con la prevención de embarazos no intencionados, a través de la orientación de los métodos de anticoncepción.

En relación al último punto, muchos se preguntaran ¿cómo es que la despenalización reduce el número de abortos? Y es que, en el sentido común de la sociedad patriarcal y conservadora, está sembrada la idea de que si se despenaliza el aborto, como consecuencia, habría un incremento de esta práctica, un descontrol, un pecado, un deterioro social, un riesgo, una aberración.

Siendo estas mismas personas, las que por otra parte, se alarman con la pobreza, el maltrato infantil, los niños y niñas de la calle, el embarazo precoz y la desnutrición, en algunos casos, provocado por la obligación de llevar a término embarazos no deseados.

En definitiva, esto forma parte de la doble moral de una sociedad llena de contradicciones que por un lado cuestiona la violación o incesto y por el otro, obliga a la niña, adolescente o adulta embarazada a parir.

Sin embargo, ni los estigmas creados por el sentido común, ni las prohibiciones legales y morales, han evitado que las mujeres se practiquen abortos, generando como resultado que entre el 8 y 18% de las mujeres, mueran anualmente por realizarse procedimientos inseguros, lo que objetivamente nos lleva a pensar que penalizar el aborto no soluciona nada.

En razón a lo anterior, la despenalización, permitiría reducir el número de abortos, como pasa en los países donde está permitido y, al mismo tiempo, sería de mucha contribución para que el sistema público de salud pueda obtener estadísticas reales sobre las causas de los embarazos no deseados, avanzando a su vez en el establecimiento de políticas de prevención reales y efectivas en las comunidades. 

En conclusión, la despenalización del aborto abriría un abanico de posibilidades para la atención y acompañamiento de la mujer, respetando los derechos humanos de acceso a la salud, orientación sexual y reproductiva y, sobre todo, el legítimo poder de decidir sobre su cuerpo y su vida. Si queremos una mejor humanidad, la maternidad no debe ser forzada.