El acceso al aborto libre, seguro, legal y popular, es una de las demandas del movimiento feminista mundial desde hace más de un siglo, entendiendo que el primer país en lograr la despenalización del aborto fue Rusia el 18 de noviembre de 1920, mediante un decreto que permitiría el aborto legal y gratuito.
Desde entonces, hasta ahora, la lucha feminista ha logrado la despenalización del aborto en 58 países y la autorización bajo condiciones en 134 naciones; sin embargo, aún en 5 países está prohibido bajo cualquier situación, estos son: Nicaragua, El Salvador, República Dominicana, Surinam y Honduras.
Estos resultados se dicen fácil y suenan definitivos, pero la verdad es que no ha sido nada parecido; por un lado, porque el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y el derecho a la salud sexual y reproductiva no ha sido prioridad en las en la agenda política de los gobiernos, representando una intensa lucha para la organización feminista y, por el otro, porque aún faltan muchos países por despenalizar el aborto y ampliar el número de causales, por lo que es una disputa que aún sigue vigente.
Ésto, sin lugar a dudas, forma parte de la «lucha de clases» que definida, perfectamente, por Carlos Marx y Federico Engels en el Manifiesto Comunista de 1948, «es un concepto que explica la existencia de un conflicto histórico entre dos grupos con intereses completamente antagónicos».
De manera que, en el actual y decadente sistema económico capitalista, que impera en la gran mayoría de los países del mundo, existen dos clases sociales con intereses completamente opuestos, por un lado, está la burguesía o clase capitalista quienes son dueños de los medios de producción y por el otro, el proletariado o clase obrera, quienes ofrecen su fuerza de trabajo a la burguesía por un salario.
En este sentido, te preguntarás ¿qué tiene que ver esto con la lucha feminista por el aborto? La verdad, es que tiene mucho que ver, porque la penalización del aborto solo incrementa los niveles de desigualdad, violencia y pobreza contra las mujeres, pero no todas las mujeres se ven afectadas, solo las mujeres pobres que forman parte del proletariado.
En el capitalismo, las mujeres de la burguesía o clase capitalista no tienen problemas para abortar, lo hacen en clínicas privadas de forma clandestina pero con todos los cuidados y privilegios posibles; nunca nadie ha visto a una mujer rica presa por abortar, por eso no es su lucha, ni su bandera, sino que por el contrario se muestran como las mujeres religiosas, respetables y de honor que se horrorizan de las mujeres que sí alzan su voz por el derecho al aborto.
No obstante, el acoso, señalamiento, discriminación, y persecución hacia las mujeres que abortan, acompañan y luchan por la despenalización del aborto, ha sido histórico y aún hoy, está a la orden del día en muchos países del mundo. Ha sido una lucha propia de las mujeres pobres, las mujeres de la clase obrera, principales víctimas y sobrevivientes de dicho sistema, por eso, la lucha por el aborto, es una lucha de clases.