Uno de los procesos por los que muchas mujeres pasan, tras la realización de un aborto, tiene que ver con el afrontar la culpa. Y ¿por qué se tiene sentimiento de culpa? Porque, en la mayoría de las religiones o creencias, el aborto es visto como un pecado.
Muchos teólogos señalan que el aborto es un procedimiento que va en contra de uno de los mandamientos de Dios “no matarás”, pero incluso, sobre este tema, hay visiones encontradas como la de la religiosa católica y teóloga brasileña Ivone Gebara, que dice:
“La mujer no está obligada a abortar o no, pero debe tener derecho a decidir. La sociedad excluyente niega ese derecho a las mujeres pobres desde el momento que les niega el derecho a la educación sexual… Yo creo que los Estados no deben criminalizar el aborto y deben darle condiciones a las mujeres que necesitan abortar por su propia elección para que puedan hacerlo en el menor tiempo posible”.
Esta cita, fue extraída del ensayo titulado, ¿Interrumpir el embarazo es pecado? realizado por María López vigil, periodista y escritora cubano-nicaragüense, quién fue monja por 13 años y en este ensayo, nos comparte las los siguientes argumentos en torno al aborto, para la reflexión:
1. En el aborto, nunca se trata de matar: este argumento tiene que ver con la posibilidad de “elegir entre una vida en potencia y una vida que ya está desarrollada, que tiene derechos y deberes y que debe tener la oportunidad de desarrollarse más”.
En este caso, podemos referirnos a situaciones, como: las niñas y adolescentes embarazadas producto de la violación e incesto; las mujeres con graves enfermedades que no pueden llevar a término el embarazo; las mujeres en condición de pobreza y vulnerabilidad, con familias múltiples; las mujeres cuyo feto vienen con enfermedades, entre otros casos.
En este sentido, viendo esta realidades, podemos decir que la mujer que aborta, no quiere acabar con la vida de nadie, solo está deteniendo la vida que no ha nacido, en beneficio de otra que ya está viviendo”, es decir que lo que busca es tener calidad de vida.
2. Dios quiere para todos sus hijos e hijas “vida y vida en abundancia”:
Lo que quiere decir que esta vida, principalmente, debe ser deseada, amada y cuidada. Y, para que así sea, las mujeres debemos tener derecho a decidir libremente sobre nuestra salud sexual y reproductiva.
No se puede vivir y vivir en abundancia, en una sociedad de injusticias, donde se violentan los derechos de las mujeres y se nos obligue a parir, aún en contra de nuestra voluntad.
3. Las mujeres no son malas madre por abortar: este es el típico pensamiento machista y patriarcal que condena a las mujeres que abortan y es por ello, que a la hora de debatir sobre la despenalización, argumentan que no puede hacerse, porque el aborto “abriria una carnicería”, es decir, aumentarian, al igual que la promiscuidad.
“Esa es una idea que la realidad diaria desmiente: en nuestros países, son mayoría las mujeres que sacan adelante a sus hijos e hijas… mientras los padres, son los que abortaron en la práctica…dejándolos a su suerte”.
4. El aborto es una decisión por la vida y para la vida: tiene que ver con entender y comprender que el aborto es una decisión que debe tomarse con responsabilidad y en conciencia de que “ante Dios es una decisión por la vida… decidir abortar responsablemente no es pecado… es una decisión coherente con el Dios de la libertad y el Dios de la vida”.
Estos argumentos, nos invitan a quitarnos el juicio para con nosotras mismas y confiar en nuestros propios criterios; si aprendemos a ver a Dios de manera diferente, desde el amor y la Libertad, los miedos y sentimientos de culpa desaparecerán.
En conclusión, nosotras las mujeres tenemos derecho a decidir ser madres o no, independientemente de lo que digan las religiones, porque éstas, en definitiva, no son Dios; no existe en el libro Santo ninguna orientación o restricción sobre el aborto, lo que existen son interpretaciones por parte de algunos religiosos y en muchos casos no hay consenso; por lo que nos corresponde decidir desde la conciencia de lo que es mejor para nuestras vidas.